EL CAMINAR COMO BÚSQUEDA DEL CONOCIMIENTO: MOVIMIENTO SOCIAL DE EL PEÑOL
- por Barbara Pelacani
- Oct 6, 2017
- 7 min read

[ ...es una parte de mi trabajo de maestría que producí con mucha influencia de la clase que tuve contigo. Estoy elaborando una nueva metodologia que se llama [foto]escrevivência que es algo inspirado en el caminar y vivir una experiência en un território y describirla a partir de lo que miro, siento e percibo de la história que lo que vivo me cuenta. Vivir para escribir, escribir para vivir es la propuesta de la doctora Conceição Evaristo acá de Brasil. La [foto]escrevivência que te envio acá fue producida en El Peñol. ]
Un camino se empieza en un tiempo y espacio determinados por una mirada social de mi historia, de la historia de un país, de un peñol y muchos pueblos desplazados por un sistema capitalista en expansión. Es la propuesta de otra mirada para el mundo, una mirada a partir de la lente de la cámara y de los sentidos. Parto desde la perspectiva de los oprimidos.
Soy de Brasil, estoy en Colombia en el intercambio de la maestría en Educación Ambiental. En el camino que aquí describo parto de Medellín rumbo a El Peñol para participar de la reunión de la defensoría del pueblo con las comunidades afectadas por la construcción y llenado del embalse de El Peñol.
En el bus me acompaña el amigo Juan Carlos que me cuenta acerca de las historias de lucha de Colombia. Dictando al ritmo del viaje, como una canción a veces triste y otras fuerte, como un grito que alcanza salir del pecho, como una suave melodía. La narrativa de la independencia de Colombia fue acompañada por el campaneo de la iglesia en el camino, que suena apresada como el habla de Juan. Ambos tienen algo que contar, sin más tiempo que esperar.
Su relato me transportó en un sueño histórico de guerrillas políticas y masacres de campesinos. Aquel que me toca, me despierta para un territorio de lucha y resistencia. Él me sitúo en el viaje por los departamentos, con un mapa imaginario descrito por mi amigo, donde se encuentra la historia de El Peñol.
La ciudad del Nuevo Peñol me recibe con viento fresco, sol y cielo azul. Flores rojas y amarillas que me parecen sonreír. La enseñanza del camino reempieza. Sale de la aceleración del bus para el recorrido que se hace en un solo punto: el espacio de la reunión. De donde veo los dos peñoles: El que se parece a la roca del pan de azúcar de Rio de Janeiro y el otro, el que toca al pueblo reubicado para camuflar la memoria y hacerles olvidar su territorio.
Como guía en esa caminada está la gente, estudiantes, hombres y mujeres campesinos, los representantes del movimiento social. Escritores, me regalan sus libros, me cuentan del museo de la memoria, del plan maestro de la iglesia y la comunidad con las empresas de servicios públicos para la construcción del Nuevo Peñol a causa de la pérdida del Viejo Peñol - los mismos dos que alcanzo mirar desde ese punto del recorrido. Les cuento de mi busca por comprender los procesos educativos de la resistencia. Les pregunto por las juntas y el movimiento cívico. Miro a través de las instituciones, de los rostros de la gente, la posibilidades de luchar por los derechos frente a lo que se impone sobre el territorio desde el gran capital. En este caso producción a gran escala de energía eléctrica para las grandes urbes, proceso de una urbanización en conflicto con el derecho que el pueblo tiene de habitar y producir en sus tierras. Un caso de injusticia hídrica que se conecta con muchos otros en toda América Latina.
El reconocimiento de ese grupo como sujeto colectivo víctima del conflicto armado es un proceso participativo, donde los hechos victimizantes se demuestran a partir de los marcos históricos en una línea del tiempo. A partir del reconocimiento de la violación de los derechos se piensan las medidas de reparación. Algo sencillo descrito así, a partir de palabras técnicas. Para mí, en ese punto de la caminada, es justo el opuesto. Salgo del plano horizontal, me cambio al plan vertical, desde arriba para abajo. A lo más profundo de un hueco oscuro, camino a lo largo de esa tarde. Caminando con pasos contados, en 25 metros cuadrados. No más. Tomo un café y otro más. Solo la línea del tiempo y las instrucciones largas y precisas de la mediadora del pueblo me acompañan.
Los sucesos aquí se cuentan por muertos, por desaparecidos, por historias de desplazamiento, de masacres, de miedo, de dolor. De aquellos que sobrevivieron a una guerra, a opresiones morales, físicas y armadas. La destrucción de su territorio y de sus vidas. Gente que dejó de creer en el poder popular, después de tanta lucha, se fue a trabajar y vivir otra vida. Ahora regresan, en ese punto se encuentran y rescatan sus historias y las ganas de reconocer que sus hechos hacen parte de una larga caminada de injusticia, que ahora busca la construcción de otra Colombia.
Se identifican en el proceso participativo las amenazas e impactos sociales. Emerge la cuestión de las mujeres campesinas. Ellas se posicionan, el conflicto les presiona. Me toca pensar que el conflicto armado tiene cuerpo de mujer. Principalmente a causa de los delitos contra la libertad sexual, además de quitar la tierra a la gente. En la caminada, sin salir del lugar, descubro el territorio. Siento las angustias en la caracterización del conflicto en medio a la construcción de un documento de declaración puntual, a fin de plasmar una relatoría con fechas; la línea del tiempo.
La muerte está en la memoria histórica de las víctimas, el liderazgo conectado al proceso colectivo y un movimiento cívico más allá de la militancia política. Es incómodo conocer algo de forma racional con esta metodología de caminar, esto me hace percibir que lo que se siente influye, que lo invisible está presente. El malestar genera pensamientos distintos, y otras formas de control. Son las sensaciones físicas que generan otras decisiones y acciones.
En medio de eso las consecuencias de la vulneración de los derechos colectivos. Prejudicio, opresión, desplazamiento, muertes y en lo más profundo del hueco oscuro me encuentro con: dolor, persecución, miedo, inseguridad y no aceptación. En contradicción, o afirmación de resistencia, la canción de Petrona Martínez me cuenta en los audífonos que “La vida vale la pena”. Imaginar un nuevo camino me reconforta, de amor y cuidado, con amigos y territorios distantes, acordándome de los senderos que aprendí para salir del foso sombrío.
La participación marca la cartografía de esa fotografía descriptiva, como un sendero construido por muchas manos y herramientas. Desde los paros cívicos en la década de 80, contra la empresa de energía, cuyas obras desplazaron las comunidades y luego empezó a cobrar la distribución eléctrica con tarifas más costosas para ellas que para los centros urbanos beneficiados con el suministro de energía eléctrica. Por los derechos colectivos la gente se organizó, la gente participó del ejercicio político y por eso mataron a muchos dirigentes. Luego ganaron las elecciones para varias alcaldías, hicieron gobiernos junto a las instancias de participación de la sociedad. Hoy algunos están en procesos con el gobierno para descubrir cómo se ven. Lo que pueden y quieren hacer en un proceso de justicia transicional.

El caminar se reempieza al final de la reunión, en el recorrido del territorio.
Caminamos por una calle del poblado que se parece a un sendero de piedras que llega hasta la plaza central. Encontramos la iglesia. Adentro hay un Jesús de madera, echo con las herramientas agrícolas del pueblo. Su forma no es de una iglesia tradicional, tiene la representación del peñol - el Peñol nuevo que alcance a mirar desde lejos. La iglesia que tuvo un importante papel en el proceso de mediación del pueblo y el acuerdo maestro con la compañía electrificadora de la región.
La ciudad construida fue inspirada en un pasado, que se mezcla con el presente al crear algo sin identidad. Percibo eso cuando llego al museo y miro la historia contada con arte. La fotografía y las pinturas expuestas se agregan a las imágenes que mi mente buscó crear a partir de los relatos. Las casas destruidas, el cementerio con el desplazamiento de los cuerpos, los niños mirando el agua llenando el embalse, llenando las calles del viejo pueblo y finalmente llegando agua hasta la cruz del frente de la iglesia. El arte cuenta la mitología y las creencias de la gente que fue desplazada. Marcas del pasado que me conectan con en el presente.
Seguimos hasta el peñol, donde era el viejo poblado. Busco mirar para donde se pasó lo que imaginé y escuché. En busca de poner mis pies y mis sentidos en ese territorio. En verdad, lo que encuentro es un atractivo turístico internacional de masas.

El fin de semana festivo se pasa con ese caminar. La gente de todo elmundo se aglomera en el embalse de El Peñol y su vecino pueblo de Guatapé, en el lugar para mirar todo el lago artificial. En las marinas, se ven alrededor los barcos, lanchas y jetskis. Adentro del agua losjuguetes acuáticos, paseos con música y clima de fiesta. Al rededor las familias y los jóvenes comen, escuchan música colombiana y compranlas artesanías casi industrializadas.Nadie parece saber lo que pasó allí;no lo saben. El avance del capitalismo se mira en esa ruptura de lo real. Con el turismo de la alienación de la masa. Un turismo donde el museo sigue lleno dehistoria y vacío de gente. La historia de la vida de los que allí habitaban sigue intentando ser ahogada.
Esa caminada no está aislada en el pasado, en este momento les cuento de la conexión con el presente. Camino en tiempos de paz. En tiempos de acuerdos de paz nos encontramos. El gobierno y las FARC firmarán un acuerdo de no más fuego. El pueblo va a ser consultado si quiere o no la paz en Colombia. Hay campañas para el sí y para el no. En la reunión del movimiento cívico del oriente antioqueño la voz es por el sí a la paz. Junto con en ese acuerdo son planeadas políticas de reparación a las víctimas de los conflictos; lo que se pasó en la reunión que estuve.
Las imágenes descritas revelan la historia contada, demuestran lo que ya no existe más. Registro de otro tiempo donde el derecho de unos fue destruido por el interés de otros.
La aceptación del otro es la apertura para comprender su caminada, la línea del tiempo nos cuenta una historia bien marcada. Salgo de este recorrido con un aprendizaje profundo de lo que es luchar por los derechos. Con la comprensión de lo que se aprende en el movimiento social. La importancia de caminar con los sentidos despiertos y de buscar nuevas formas para expresar un contenido delimitado. El Peñol me invito a conocer las potencias de la integración entre el humano y la naturaleza. Una relación intrínseca de lucha, pedagogía y participación.
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